Si definimos la artesanía como el arte y la técnica de elaborar productos a mano, con aparatos sencillos y de forma tradicional; entonces, la arquitectura artesanal sería el arte y la técnica de diseñar, proyectar y construir espacios con sistemas sencillos usando materiales tradicionales. Pudiera pensar el lector que es un término actual, pero la realidad es que arquitectura y artesanía se encuentran relacionadas desde su origen y son tan antiguas como el ser humano. Son elementos intemporales, pues trascienden los materiales y culturas, relacionando el pasado con el presente y convirtiendo el futuro en el escenario del progreso. Decía Nietzsche que “todo el que disfruta cree que lo que importa del árbol es el fruto, cuando en realidad es la semilla…”
El conocimiento y la ejecución, la ciencia y la técnica, dependen de la destreza que adquiere la mano al repetir gestos que la mente asimila. Este proceso supone la conexión entre arte y oficio, y viste de carácter a las cosas, que no se pueden copiar. La mano es instrumento de creación, pero antes que nada de conocimiento. El carpintero podría vender más muebles si trabajara más rápidamente, pero el artesano representa la condición específicamente humana del compromiso. El mimo con el que desarrolla un diseño personalizado viste a cada pieza de un carácter identitario único, y hace que preserve un vínculo entre el diseñador y el usuario para siempre.
Un buen arquitecto ha de destacar cuando es capaz de convertir un problema en virtud a través del mimo por su trabajo…y por el oficio artesano.