“Be water my friend” pues resulta imposible encontrar otro elemento en la naturaleza que represente mejor los conceptos de fluidez, transparencia, permeabilidad y dinamismo que el agua. Como materia está presente en todos los aspectos de la vida. Es fundamental e innegable su influencia en el pensamiento del ser humano. El agua trasciende su materialidad. Supone un elemento conformador de espacio y paisaje. Es un material con el que crear. De ahí que siempre haya sido un elemento empleado en la Arquitectura, como componente en la construcción, en el saneamiento de edificios, como límite físico y elemento de transición. Pero el agua es salvaje y hay que domesticarla. Más aún hay que saber hacerlo. Se doma en sus vertientes más salvajes y violentas mediante iglúes o cuando se utiliza como elemento generador de energía.
El ciclo del agua es cerrado y la Arquitectura se convierte primorosamente en herramienta de control de este proceso cuando se usa de forma adecuada. Sirve de refugio cuando protege de la lluvia. La fuente geometriza y da sonido al agua cuando esta mana de aquella y la gravedad la conduce desde la acequia o acueducto. En continentes como albercas o cántaros se almacena para usarla en espacios contenidos como por ejemplo en jardines. Y en forma de estanques, el agua genera una lámina horizontal natural que mediante el reflejo introduce el cielo a ras de suelo.
Así, el agua motiva sensaciones y provoca sentimientos con ambientes de ensoñación que predisponen a la paz de la meditación.